Para entender el legado de Daniel Dennett

Reflexiones de Raúl Madrid, profesor titular de Derecho UC y director del Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología UC.

Daniel Dennett.

Ha muerto a los 82 años Daniel Dennett, uno de los filósofos norteamericanos más conocidos por el público gracias su prosa sencilla y a su capacidad de traducción de nociones complejas a un lenguaje más cotidiano. Publicó un número significativo de obras, cuyos contenidos fueron discutidos enconadamente. Estos escritos abarcaron materias tales como la conciencia, la biología evolutiva, la libertad o la religión (fue un impenitente ateo). En este conjunto de especulaciones y temas aparentemente variados pero en realidad unidos por la discusión entre el valor de la materia y la existencia del espíritu, Dennett se unió a una extensa lista de materialistas en la historia del pensamiento.

Contribuyó además de manera interesante a la discusión sobre el concepto de inteligencia humana y su diferencia o semejanza con la inteligencia artificial. Al respecto, conviene mencionar dos de sus propuestas. En primer lugar, la concepción de la mente como una especie de “máquina”. En La Conciencia Explicada (1991. Existe versión española en Paidós de 1995), propone una visión mecanicista de la mente humana, inscribiéndose en una larga tradición empirista. Declara que los procesos mentales pueden entenderse en términos de procesos computacionales o algorítmicos, lo que implica que la mente es, en esencia, una especie de mecanismo cuyos procedimientos pueden individualizarse y aislarse, como el movimiento en las aporías de Zenón. Esta tesis se opone a la noción tradicional de la mente como un fenómeno espiritual, y por lo tanto en cierto modo misterioso e inaccesible. Para Dennett, la mente puede ser analizada y comprendida a través de un análisis lógico-empírico, es un cuerpo más, como mucho un epifenómeno de la materia. La mente humana podría ser teorizada matemáticamente, puesta en equivalencia con los sistemas formales automáticos. Desde aquí, la línea de continuidad con la inteligencia artificial es evidente. Al presentar la mente como una máquina, resulta perfectamente factible desarrollar sistemas artificiales que imiten o reproduzcan los procesos mentales humanos: la singularidad de la inteligencia humana se diluye, y el problema del pensamiento se transforma en un continuum.

Una de las contribuciones más influyentes de Dennett a la filosofía de la mente es -en segundo lugar- su idea de “múltiples niveles de descripción”. Dennett sostiene que los fenómenos mentales y biológicos pueden ser entendidos en diversos niveles de análisis, desde el nivel físico, que implica la actividad neuronal y las conexiones cerebrales, hasta el nivel de la intencionalidad y la semántica, que implica creencias, deseos y significados: “Cuando decimos que una persona tiene una sensación de dolor, la localiza y está dispuesta a reaccionar de cierta manera, hemos dicho todo lo que hay que decir dentro del ámbito de este vocabulario. Podemos exigir una explicación ulterior de cómo sucede que la persona retira su mano de la estufa caliente, pero no podemos exigir explicaciones ulteriores en términos de “procesos mentales”. Dado que la introducción de cualidades mentales inanalizables lleva a un final prematuro de la explicación, podríamos decidir que dicha introducción está equivocada, y buscar modos alternativos de explicación. Si hacemos esto, debemos abandonar el nivel explicativo de la gente y sus sensaciones y actividades y pasar al nivel sub-personal de los cerebros y eventos en el sistema nervioso”. (Content and Consciuosness, 1969, p. 93-94).

Hay aquí dos ideas trazadas que se unen: el principio básico del materialismo, según el cual el cuerpo y la mente son indivisibles, no siendo la mente otra cosa que un producto de la actividad cerebral, y este modelo de “versiones múltiples” sugerido por Dennett: fundado en el supuesto de que no hay ningún núcleo o lugar central en el cerebro (es decir, un punto de partida, algo como la primera vía de Santo Tomás, un motor inmóvil, un ente espiritual), sino que la actividad mental se configura como un proceso continuo de revisión y edición, que no está dirigido por núcleo central alguno; más bien es conducido al mismo simultáneamente por varios subprocesos que, de manera general, no saben lo que están haciendo los procesos coetáneos (ni tampoco los sucesivos).

Como es fácil suponer, esta perspectiva tiene importantes consecuencias para la comprensión de la inteligencia artificial en el contexto general de su desarrollo contemporáneo. Dennett sugiere que podemos entenderla en términos de sus procesos computacionales, pero también en términos de su capacidad para manifestar comportamientos inteligentes o adaptativos en el mundo real. Esto introduce la idea de que la inteligencia artificial puede ser analizada también en múltiples perspectivas y niveles, cada uno de los cuales ofrecería una comprensión diferente pero a la vez complementaria del fenómeno en cuestión. La propuesta de Dennett es un modo de concluir que la complejidad de la inteligencia artificial no consistiría meramente en representar procesos mentales humanos pero desplegados en una máquina, sino más bien en desarrollar sistemas que pudieran actuar con otros -humanos, máquinas- de manera inteligente con su entorno, y adaptarse a diferentes situaciones y contextos de orden práctico.

Por todo lo dicho, vemos que uno de los aportes centrales de Dennett es replantear la cuestión de la inteligencia artificial desde una perspectiva filosófica, ofreciendo varios puntos de apoyo que no son nuevos -nada es nuevo realmente-, pero que tuvieron la virtud de impulsar la discusión en un determinado contexto epocal. Su visión de la mente como una máquina y su idea de múltiples niveles de descripción ayudan a imaginar el potencial de la inteligencia artificial, aunque su marcado materialismo podría terminar estrellándose con la incapacidad final de explicar el pensamiento mediante una especie de sintáctica tecno-neuronal, que contiene al mismo tiempo la afirmación implícita de que la semántica es en realidad una ilusión. No costaría mucho tirar la cuerda de esto para llegar al nihilismo.

Ahora que Dennett ha evolucionado hacia el último estado en que puede encontrarse una persona, celebramos su trabajo en todo cuanto ha sido funcional para conocer la mente humana y la llamada “inteligencia” de la máquina. Su denodado esfuerzo por negar la dimensión espiritual del ser humano ha dejado interesantes discusiones entre los hombres. Esperemos que Dios no se lo haya tomado a mal.The post Para entender el legado de Daniel Dennett first appeared on Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología UC.