Organismos programables: los desafíos de una tecnología rupturista

La noticia de que un grupo de investigadores logró crear por primera vez lo que denominaron "máquinas vivientes" u "organismos reprogramables" a partir de células animales, capaces de llevar a cabo órdenes sencillas y específicas, gatilló una serie de debates en las redes sociales y ámbitos científicos. ¿Están vivos estos organismos si fueron creados de células vivas de ranas?, ¿qué entendemos por inteligencia? y ¿qué proyección tiene esta tecnología?, son algunas de las preguntas que los profesores Juan Carlos Letelier, de la Facultad de Ciencias, y Rodrigo González, de la Facultad de Filosofía y Humanidades, revisaron para Prensa U. de Chile.La combinación de dos tipos de células de rana de uñas africana -que tienen la capacidad de moverse-, y de células pasivas de la piel, que están inmóviles, son la base de la investigación que permitió a un grupo de científicos, con apoyo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, crear los primeros organismos biológicos artificiales y programables. 
La investigación, publicada en la revista especializada PNAS, muestra una prueba del concepto con sólo algunos cientos de células, creando organismos capaces de seguir una orden sencilla como avanzar en línea recta, o en círculos, pero que de logarse la fabricación automatizada podría permitir contar con grandes enjambres, con capacidades más complejas.
Los autores del estudio, que apuntan a las futuras aplicaciones médicas y ambientales de estas "máquinas vivas", creen que sus "biobots" pueden ser caracterizados como una "tercera clase" de materia animada, diferente a robots y a los organismos orgánicos tradicionales, por lo que obligarían a biólogos y filósofos "a repensar nuestras definiciones de la vida y de lo que es una máquina", tal como planteó Josh Bongard, de la Universidad de Vermont, de acuerdo al diario El País.
Inmediatamente las redes y medios científicos abrieron debates sobre si estos organismos orgánicos, formados a partir de células vivas, estaban efectivamente vivos o no, si era posible que tuvieran inteligencia y de qué tipo, y qué proyección podría tener esta tecnología. 
Al respecto el profesor Juan Carlos Letelier, del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias, aseguró que el debate respecto a la vida está resuelto a partir del trabajo de los profesores Humberto Maturana y Francisco Varela, ambos de nuestra institución, respecto a la teoría de los sistemas autopoyéticos, o sea sistemas que son capaces de auto-construirse.
"Este no va a ser un caso de sistemas que son capaces de auto-construirse, sino que son construidos desde afuera y luego se van a integrar en el ambiente en el que cumplirán su programación. No van a ser sistemas autónomos, de hecho un elemento de esas características que se inyectara en un organismo humano sería en la práctica un tumor. Aquí hablamos de agregaciones celulares que buscarán específicamente que no se auto-construyan", aseguró Letelier.
Consultado sobre la proyección de esta investigación, el académico recordó que incluso la elaboración de algo simple como un remedio o una droga toma alrededor de 10 años de trabajo e investigación, con una fuerte inversión monetaria, antes de lograr entrar al mercado con una aplicación práctica.
"La distancia que hay entre el primer experimento y su aplicación es de décadas. Si pensamos una aplicación en la medicina, hablamos de inyectar un organismo artificial en tu cuerpo, ¿y si se escapa de control? Es verdad que hablamos de mucha potencialidad, con muchas aplicaciones futuras útiles, pero requiere mucho trabajo para contar con condiciones de seguridad adecuadas", destacó. 
Una de las preguntas clave surgidas en este debate tiene que ver con la supuesta capacidad de tomar decisiones inteligentes por parte de este tipo de organismos. El profesor Rodrigo González, especialista en filosofía de la Inteligencia Artificial, explicó que existen dos tipos de inteligencia: una básica propia de los organismos biológicos, y otra propiamente humana ligada al lenguaje y su comprensión. 
En ese sentido, el profesor González aseguró que los biobots "están en pañales, son una especie de dinosaurios, lo que no quiere decir que a futuro puedan alcanzar algún nivel de inteligencia pero para ello deben constituirse en organismos. Para ello el tema del lenguaje y su comprensión resultaría clave, lo que conllevaría que tengan grados de acción autónoma". 
Para el académico si bien este tipo de tecnología puede traer importantes beneficios en áreas como la medicina, conlleva serios peligros en caso de que una eventual acción autónoma se tradujera en una capacidad de construirse y auto-programarse, emulando la actividad humana.
"Para evitar estos peligros sería importante realizar una investigación interdisciplinaria desde la biología y la ciencia con la filosofía, porque esta tecnología plantea una serie de desafíos sobre conceptos como vida e inteligencia. Además, su programación podría incorporar las 3 leyes de la robótica adaptadas a organismos biológicos", aseguró.Texto: Felipe Ramírez Prensa U. de ChileMiércoles 29 de enero de 2020