Mercedes López: "El llamado es a hacer ciencia y tecnología soberana"

La investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas, y parte del Programa de Inmunología de la Universidad de Chile, profundizó sobre las vacunas que están llegando a nuestro país. Además, se refirió a las expectativas de la gente sobre este proceso, realizó una crítica al manejo que ha tenido la pandemia y puso en la mesa la urgencia de contar con programas y modelos que impulsen la biotecnología a nivel nacional y latinoamericano.Más de 25 mil casos activos y casi 18 mil fallecidos debido al COVID-19 son las cifras que entregó hoy -21 de enero- el Ministerio de Salud. El foco de esta semana ha estado en el retraso de la vacuna de Pfizer por una reestructuración de su planta en Bélgica y en la aprobación de emergencia de la vacuna china Sinovac. El Presidente de la República, Sebastián Piñera, ha anunciado que para el primer trimestre de este año habrá 5,5 millones de vacunados y más de 10 millones a finales del semestre.
La académica de la Facultad de Medicina, Mercedes López, quien participó el pasado 5 de enero en un conversatorio sobre vacunas organizado por la Asociación Nacional de Funcionarios/as Académicos/as de la Universidad de Chile (ACAUCH), explica que el gran desafío es tener claridad sobre “cuáles son los objetivos de la vacunación. El consejo asesor de vacunas, ha explicado que nosotros estamos en un proceso con stock limitado y vacunas por grupos prioritarios. Eso significa que nuestro objetivo inicial es evitar la muerte de los pacientes y evitar la enfermedad grave”.
Además, no cree que los números de vacunación anunciados por el gobierno sean correctos. “Más allá de decir cuántos millones vamos a vacunar o no, la comunicación en este sentido tiene que ser muy clara, cautelosa y muy simple, sin grandes ínfulas. Ir explicando, paso a paso, cómo vamos a ir vacunando, y obviamente entregando los apoyos necesarios a la Atención Primaria de Salud (APS), porque ahí es donde va a estar la fuerza y es la verdadera primera línea”, señala.
¿A qué se hace referencia cuando se habla de que las vacunas, como dispositivo de intervención sanitaria, tienen un componente relacionado con la transparencia y equidad?
La vacuna como dispositivo biomédico, en su función biológica, se refiere a generar una protección inmune de un individuo. Como intervención sanitaria tiene un objetivo de protección a la población, de prevención de la enfermedad en una población dada, y el tercer punto tiene que ver con la vacuna como un negocio, como algo que produce lucro. Desde el punto de vista biológico, uno puede separar la evaluación de las vacunas en cuanto a su eficacia individual, y las buenas son las que tienen eficacias altas que permiten prevenir la enfermedad y, ojalá, prevenir el contagio. Entonces, una vacuna en primer lugar tiene que ser eficaz en prevenir la enfermedad y la muerte por la infección, cualquiera sea ella, pero también un objetivo es prevenir que la gente se contagie y contagie, de manera de conseguir una cosa que se llama inmunidad de grupo, que lo que busca es que la enfermedad desaparezca de la comunidad, como la viruela, por ejemplo, que gracias a la vacunación se erradicó.
La vacuna de Pfizer, por ejemplo, tiene un 95 por ciento de efectividad...
Ahí tienes un muy buen ejemplo. La vacuna Pfizer tiene una eficacia muy alta y produce una muy buena respuesta inmune en los sujetos, pero tiene una dificultad importante al ser transportada y manejada en condiciones de temperatura bastante estrictas y no se puede administrar en sujetos que han tenido reacciones severas de anafilaxia (alergias severas). Entonces, claro, es una vacuna muy eficaz pero que tú ya sabes que no vas a poder ponerla en determinadas poblaciones, que no vas a poder distribuir en las zonas rurales, ni en países pobres que no tienen estos sistemas de refrigeración. Aquí tienes que ver a la vacuna no solamente como una cosa que en el individuo es eficaz, sino que la protección contra la enfermedad depende de un asunto poblacional. Tienen que ser mirados todos estos factores.
¿Cuál es su visión sobre las otras vacunas que van a estar en Chile, la de Oxford y la Sinovac?
La de Oxford es una vacuna promisoria y también tiene una muy buena eficacia, pero al ser innovativa, no va a poder entrar rápidamente en la población infantil ni en mujeres embarazadas. La de Sinovac, a diferencia de estas otras dos, tiene una eficacia que ha sido reportada como baja en cuanto a detener la enfermedad. Los datos nos indican una eficacia de alrededor del 50-60 por ciento, pero para impedir la enfermedad grave tiene alrededor de un 78 por ciento. Para las tres vacunas, lo que tenemos que tener claro es que estamos en un proceso de Fase 4. Chile no solamente debe vacunar a su población, sino que también establecer un protocolo de seguimiento de los sujetos vacunados.
¿Usted cree que el gran desafío en esta “Fase 4” es el monitoreo de los vacunados?
Creo que el gran desafío primero es tener claridad sobre cuáles son los objetivos de la vacunación. Hay ciertos grupos que tienen que vacunarse primero que otros, el CAVEI indicó que está el personal de salud y posteriormente los adultos mayores. Me parece que es una mirada correcta, siempre y cuando esos planes se ejecuten en la práctica y para que esos planes se ejecuten, los que tienen que ser apoyados en forma primordial son los equipos de atención primaria. Nosotros tenemos un programa de vacunación muy robusto, con una población que mayoritariamente cree en las vacunas y, por lo tanto, si lo hacemos bien podemos hacer que esto sea un éxito. Si en cambio propiciamos la publicidad, la propaganda y el vacunar como un hecho político, podemos matar la gallina de los huevos de oro y, sobretodo, hacer creer a la población que las vacunas son como los ventiladores, que son tratamientos. No son tratamientos. Las vacunas tienen como función fundamental la prevención de la enfermedad y, por lo tanto, no solamente hay que vacunar a diestra y siniestra, sino que también hacerlo ordenado, focalizando los grupos de riesgo por subgrupo y estableciendo un calendario y una meta hasta que logremos vacunar a la mayor cantidad de la población.
¿Cuál es su opinión respecto a la privatización de las vacunas?
Desde mi punto de vista, las vacunas y los conocimientos que están detrás de ellas son bienes comunes de toda la humanidad. La OMS ha hecho un llamado a los países productores de vacunas de que estamos adportas de una catástrofe humanitaria porque no está asegurada la distribución de vacunas en los países más pobres. En Chile, y en Latinoamérica en particular, nos llama a tener una conversación seria sobre cómo vamos a desarrollar una plataforma que nos permita enfrentar las nuevas pandemias que vienen. Tenemos que tener una visión regional, y en Latinoamérica hay países que tienen mucha experiencia en desarrollo de vacunas. Nosotros la tuvimos, pero eso fue desmantelado. Se debe incluir el seguimiento microbiológico, inmunológico, epidemiológico y, obviamente, el desarrollo biotecnológico acorde a tener soberanía para no depender de los países productores noratlánticos para la distribución, por ejemplo, de vacunas.
Si el desaparecido instituto bacteriológico estuviera operando en Chile, ¿cree usted que estaríamos produciendo dosis propias de vacuna?
Los cubanos con una economía mucho más modesta que la nuestra produjeron su propia vacuna y están en ensayos de Fase 3. Eso quiere decir que podemos hacerlo. Ahora, eso significa tener capacidades, infraestructura instalada y pensarlo muy bien. Tenemos que mirar hacia el futuro y esto no es solamente producir vacunas, esto significa que nosotros podamos tener un sistema de seguimiento que nos permita poder seguir los patógenos que están entrando y poder prevenir las pandemias. América Latina fue pionera en entender que la salud y el bienestar de su población tenía que ver más que nada con la prevención de la enfermedad que con el tratamiento. Harto bien nos hubiera hecho en Chile si las autoridades sanitarias hubieran entendido que, más que ventiladores, necesitábamos cortar la cadena de contagio y que, por lo tanto, las medidas eran muy distintas a las que se tomaron desde un comienzo.
Tenemos que repensar y es un momento exacto para hacerlo, porque se abre una discusión nueva para Chile, es el momento exacto para decidir qué queremos en salud, pero también en el desarrollo de ciencia y tecnología, que está muy conectado con el modelo de desarrollo del país. La pregunta de fondo es cómo vamos a plantear y hacer un nuevo modelo de desarrollo del país, donde se inserten los conocimientos de ciencia y tecnología que nos permita tener soberanía, que nos permita cuidar el bienestar de nuestra población y no depender de los conocimientos y de los desarrollos que se hagan en otros países. El llamado es a hacer ciencia y tecnología soberana, y eso implica una conversación bien de fondo.
¿Considera que con la nueva constitución, el momento de discutir un modelo de desarrollo que permita crear ciencia y biotecnología propia comienza el 11 de abril?
Es absolutamente necesario que conversemos en serio cómo estamos pensando esto. Lo que nos devela el 18 de octubre y la pandemia es que lo que hemos venido haciendo ha estado teniendo una mirada muy equivocada. Las políticas neoliberales que se han establecido en Chile son un completo fracaso porque no han podido dar una respuesta que es fundamental, que es el bienestar de la población y que no se puede separar lo económico de lo social. Las políticas neoliberales, el modelo extractivista que tenemos en chile a ultranza, totalitariamente neoliberal ha sido un fracaso, y lo vemos ahora. Un fracaso para la gran mayoría.Arturo BaezaPrensa UChileJueves 21 de enero de 2021