Vicedecano de la Facultad de Medicina, fundador del Servicio de Gastroenterología del Hospital Clínico de la U. de Chile, activo participante de la Reforma Universitaria de los años '60, exonerado del plantel y expulsado del país durante de la dictadura de Augusto Pinochet; el Dr. Héctor Orrego dejó tras su fallecimiento un importante legado para la medicina chilena. El pasado mes de septiembre falleció en Santiago el Dr. Héctor Orrego, profesor de Medicina en Canadá y hasta el Golpe Militar en Chile en las universidades de Chile y Católica. Exonerado de la Universidad de Chile, detenido y exiliado, el país perdió entonces a un gran académico y a una gran persona.
Nacido en 1923 en Santiago, hijo del Dr. Héctor Orrego Puelma que estudió la relación de la tuberculosis con los problemas sociales, estableció el programa de tuberculosis en el país y fundó el Hospital del Tórax. Se casó con Manena Silva Rojas, con quien tuvieron cuatro hijos, diez nietos y doce bisnietos.“Fue un enamorado de mi mamá toda su vida y un padre querendón, apoyador y transmisor de historias, conocimientos, filosofía, religión, espíritu, y ciencia. Lleno de curiosidad, leía más que nadie. Se exigía mucho, trabajaba con pasión y dedicación. Nos dio a los hijos libertad para ser las personas que éramos y respetó las vidas que elegimos. Fue un hombre bueno, eso le importaba", recuerda su hija Elena.
Luego de egresar de la carrera de Medicina en la U. de Chile en 1948, viajó a Estados Unidos donde se especializó en Gastroenterología. Al regresar trabajó en el Hospital San Borja y luego en el Hospital J.J. Aguirre, donde fundó el servicio de Gastroenterología llegando a ser su jefe y Profesor Titular de la Facultad de Medicina. Además, continuó su trabajo de investigación en la Universidad Católica. Hacía clínica en las mañanas e investigación en las tardes. Nunca cobró honorarios por atención privada.A fines de los años '60 participó activamente en la Reforma Universitaria de la Universidad de Chile y fue vicedecano de la Facultad de Medicina junto al decano Dr. Alfredo Jadresic. “Me sentía bien con los jóvenes, siempre me he entendido con ellos y me interesan, aprendo de ellos y les enseño en un activo intercambio", afirmaba sobre la excelente relación que logró con los estudiantes.Comprometido con el desarrollo de la medicina, tuvo una corta militancia en el Partido Comunista, pero posiblemente fue el ascendiente sobre los alumnos el principal motivo por el que, luego del Golpe de Estado en 1973, fue acusado de ser un sujeto extremadamente peligroso. Increíble acusación contra quien fue un pacifista. Como en otros casos, fue un distinguido colega quien lo acusó. Poco después del Golpe, lo detuvieron en el hospital. Muchos recuerdan cómo él, junto a otros académicos y funcionarios, atravesó el patio de la Escuela de Medicina con su delantal blanco puesto, los brazos en alto, apuntado por la metralleta de un militar.Ese mismo año se asiló en la embajada de Honduras con una de sus hijas que podía ser detenida. Había 200 personas en tres dormitorios. Luego de un tiempo, lograron salir del país. Pensaba dedicarse a la fotografía, pero fue nombrado Profesor de Fisiología. Su currículum y el importante trabajo de investigación realizado lo avalaban.
En 1974, lo llamó el Dr. Kalant a trabajar a Canadá. Luego fue Profesor de Farmacología en la Universidad de Toronto y llegó a ser Profesor de Medicina, el más alto grado. Además trabajó en la Addiction Research Foundation en Canadá hasta 1990, obteniendo numerosos reconocimientos internacionales por sus investigaciones.Pero el exilio fue la separación de la familia, la añoranza de su país, que a pesar del tiempo pasado y los muchos logros y reconocimientos, siempre fue su lugar en el mundo. Desde 1990 empezó a viajar regularmente a Chile. Escribió sobre filosofía, ciencia, espiritualidad e historia. Publicó "Curriculum Vitae", "Mis Años de Aprendizaje", "Bhudh-sko" y "Carta de un Padre Desorientado". En 2006 volvió definitivamente a Chile.Hoy, 47 años después de su expulsión de la Universidad, colegas de Chile y Canadá, junto con algunos de sus alumnos lo recuerdan con frases de admiración y cariño. Tuve el privilegio de ser su amiga. Afectuoso, buen conversador, de una lucidez y memoria impresionantes. Brillante. Extraordinario docente, un líder que marcó nuestra formación. Su gran dolor fue haber sido expulsado de la Universidad. Una injusticia y una pérdida para la medicina chilena. El Dr. Pablo Sanhueza, también tuvo palabras en su recuerdo. “Tuvimos la suerte de haber compartido con Titín durante muchos años y él influyó en cómo llegamos a ser los que somos. Titín era dios, omnipresente en nuestras vidas, no había opinión que resistiera su argumentación. Y era eterno, por eso su muerte nos produce un descalabro”. Desde Canadá, el Dr. Lou Carmichael, envió palabras tras esta pérdida. “Héctor fue mi mentor y amigo. Pasamos muchos años juntos investigando exitosamente, él era una fuerte inspiración y nos sirvió de gran guía en nuestro tiempo en Farmacología y Medicina”, afirmó. Y el doctor Irwin Arias, reconocido gastroenterólogo de Estados Unidos, expresó que "como médico, académico, persona, escritor y amigo, Héctor es mi modelo a seguir".El 9 de Septiembre, en su casa -como él quería-, acompañado de sus hijos y esposa, el Dr. Héctor Orrego dejó de vivir.Dra. Rubí Maldonado Parada.Lunes 2 de noviembre de 2020