Cifras de desocupación: la crisis más allá de los números

El sostenido aumento del desempleo, de los ocupados ausentes, pero también de quienes ya no buscan empleo debido a la pandemia -sobre todo mujeres que han debido asumir tareas domésticas o de cuidado-, son algunas de las aristas que la directora del Centro de Microdatos, Lorena Flores, y el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, Miguel Urrutia, desglosaron a partir del informe emitido por el INE el 30 de junio pasado. Con la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo, las restricciones al turismo y la posibilidad de un nuevo estallido social, la recuperación se plantea de forma incierta.El anuncio por parte de Cencosud de que cerrará las operaciones de su empresa Johnson en Chile y Perú, despidiendo a dos tercios de su planilla de trabajadores en nuestro país, el mismo día que el INE publicaba su actualización de la tasa de desocupación en el país, ha generado amplia discusión pública.
Entre los datos entregados por el organismo gubernamental, el incremento de la desocupación a 11,2 por ciento y el del total de personas bajo la categoría de "ocupados ausentes" -todos aquellos que tienen un contrato de trabajo pero no están asistiendo al mismo- en un 15,4 por ciento, implican un golpe importante a la economía.
Pero no son solamente esos números los que nos deben preocupar, alertó el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales Miguel Urrutia, especialista en sociología del trabajo. “En los últimos doce meses la fuerza de trabajo descendió de manera brusca 12,8 por ciento, lo que es muy anormal. La fuerza de trabajo es toda la población en edad y en condiciones de trabajar que se encuentra ocupada (ausentes y jornadas parciales incluidas) o que está buscando un empleo, por lo tanto su agudo descenso significa que hay muchas personas que no están buscando trabajo a pesar de poder hacerlo, o sea salieron de la fuerza de trabajo", explicó el académico.
Esto porque del informe elaborado por el INE es posible determinar que entre abril y mayo alrededor de 1.500.000 personas perdieron su trabajo, de las cuales sólo 100.000 se encuentran buscando uno nuevo, lo que da cuenta del calibre de la crisis. Estas personas que ya no tienen empleo y no están buscando uno nuevo o no están disponibles para trabajar, forman lo que se denomina "fuerza de trabajo potencial", y no están incluidos en las cifras de desocupación. "Cuando estas personas que salen de la fuerza de trabajo, vuelvan a buscar trabajo cuando la cuarentena se levante, dispararán la cifra de desocupación mucho más allá de lo que se está registrando ahora", afirmó Urrutia.
A ello se suma que el alto número de personas que se ha acogido a la Ley de Protección al Empleo (LPE) durante estos meses -alrededor de 600 mil personas hasta ahora-, no tiene asegurado el retorno a su trabajo al terminar el plazo establecido para recibir su sueldo de forma decreciente por parte del Seguro de Cesantía. "El Banco Central realizó hace unas semanas una encuesta a empresarios que preguntó sobre la reincorporación de sus empleados que estaban bajo la LPE, y la mitad dijo que no estaba en condiciones de hacerlo, o veía difícil o muy difícil contar con ellos de vuelta", remarcó Urrutia.
Si se suma el conjunto de estos factores: quienes están desocupados, los ocupados ausentes por la LPE, y quienes no están buscando o no están disponibles para trabajar -la llamada fuerza de trabajo potencial-, se alcanza una cifra de alrededor de 3 millones y medio de personas que podrían estar afectados por la crisis de una u otra manera.
Entre los sectores de la economía más afectados por la pérdida de trabajos están el comercio, alojamiento y comida, y la construcción, totalizando alrededor de 700 mil puestos de trabajo menos, que de acuerdo a la directora del Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios, Lorena Flores, serán complicados de recuperar.
"Muchas veces cuando viene una crisis se pierden empleos, y en vez de necesitar 10 personas como antes, se necesitan sólo 8, por lo que no se recuperan esos 2 empleos restantes. El período de ajuste tampoco es tan rápido, a pesar de la ayuda que representa la LPE, ya que esas personas que siguen contratadas pueden ser reincorporadas rápidamente, y los empleadores no deben salir a buscar nuevos trabajadores", explicó Flores.
En particular el sector de alojamiento y comida, al estar relacionado de manera importante con el turismo y el gasto en el ocio "se va a ver muy perjudicado a la hora de salir de una crisis de estas características, porque no son bienes o servicios que uno necesite o sean de primera necesidad. Además, depende en cierta medida de que se reabran las fronteras, y lo que estamos viendo en otros países que ya han pasado esta primera etapa es que eso no está pasando. No lo han hecho Australia ni Nueva Zelanda, la Unión Europea estableció restricciones a muchos países, entonces no veo que pueda reactivarse rápidamente", remarcó la directora del Centro de Microdatos.
Otra arista que la directora Flores destaca es que la crisis está afectando más a las mujeres que a los hombres. "Lo que debería tender a pasar es que las mujeres pasen más a ser inactivas, o sea que no están buscando trabajo, sobre todo por diferencias que se arrastran en nuestro sistema y cultura donde la mujer se hace mucho más cargo de las tareas domésticas y de cuidado de niños, niñas y adolescentes, sobre todo ahora que los colegios no están funcionando, o de personas con alguna enfermedad. Entonces hoy cuando no se puede salir a buscar empleo, las mujeres probablemente no tienen ni siquiera tiempo para buscarlo por internet", remarcó. 
Consultado por los efectos que esta crisis tendría sobre los salarios, el profesor Urrutia explicó que se puede prever que no van a caer, pero si se estancarán. "Vamos a tener una sobreoferta de trabajadores y una incapacidad del mercado laboral de absorberlos, y quienes conservan su puesto de trabajo se verán presionados a nivel de sus negociaciones colectivas, por lo que no es difícil imaginar que también se van a deteriorar las condiciones de trabajo".
En esa misma línea, el académico de la FACSO profundizó en que si bien no existe un efecto de quiebras totales de empresas, si se ha visto reducciones de personal por fuera de la LPE, sobre todo de trabajadores con ingresos más bajos. "Los sectores más desfavorecidos son los primeros en pagar los costos, al ser mano de obra menos calificada son despedidos antes que quienes tienen sueldos más altos, por lo que muchas empresas hacen sus ajustes en ese nivel y no arriba. Esto produce además un efecto extraño: al eliminarse los sueldos más bajos, mejora el promedio del salario general, pero porque son despedidas esas personas, no porque les suben el sueldo".
Otro sector que se ha visto afectado es el informal. En este caso, el profesor Urrutia explicó que personas que trabajan en quioscos de diarios, puestos de jugo, taxistas, conductores de transportes escolares, se han transformado en desocupados debido a las restricciones generadas por la pandemia, mientras que quienes trabajan por fuera del sistema en buena medida tampoco han podido salir a trabajar.
Este escenario, alertó la directora Flores, puede incubar una nueva crisis cuando se levanten las restricciones de la cuarentena. "Existe la posibilidad de que venga un nuevo estallido social debido a todas las desigualdades que se están viendo con la pandemia: las diferencias en los ingresos, la gente que no tiene para pagar las cuentas, las diferencias en la salud, todo eso hace que haya más rabia, y puede llevar a un descontento generalizado de nuevo, lo que puede afectar mucho la recuperación económica", finalizó.Texto: Felipe Ramírez Prensa-UChileMiércoles 1 de julio de 2020