Un relato colombiano sobre la protección de datos

Como investigador de Internet y su relación con los Derechos Humanos siempre he encontrado difícil hacerle notar a mis amigos, amigas y familiares la importancia que cobran la libertad de expresión, la alfabetización mediática, la privacidad y otros tantos derechos cuando se desarrollan a través del espacio digital.

De vez en cuando, un documental o una noticia escandalosa ayudan a poner sobre la mesa estos temas. Inclusive, hoy en día es más o menos claro porqué es importante que exista regulación sobre Internet y la tecnología. Los Gobiernos, las empresas y también los académicos que hablamos de big data, machine learning y filter bubble estamos cubiertos de cierto halo de modernidad que nos hace brillar en una conversación.

A pesar de este merecido prestigio que ha cobrado la tecnología, es preocupante que todavía la generalidad de la población no dimensione cómo sus derechos pueden verse afectados en el ecosistema digital.

Como señalé al principio de esta nota, en mis primeros pasos como investigador, he llegado a tener claro por qué es importante que los Gobiernos y las empresas respeten el derecho a la privacidad de los ciudadanos. No obstante, cuando hablo con algún amigo o amiga de cuánto me preocupa que diferentes plataformas tengan todos mis datos personales, la conversación se vuelve demasiado abstracta o simplemente no encuentro un ejemplo que tenga la contundencia suficiente para manifestar mi preocupación.

A continuación, presentaré un ejemplo que hubiera deseado tener en estas conversaciones, con el fin de ilustrar por qué la privacidad en Internet debe ser tomada enserio, en lugar de limitarse al campo de las películas apocalípticas o al de las teorías conspirativas. Este caso hecho relato consiste en el estudio publicado por la Fundación Karisma este año sobre el SISBÉN.

Despiertas tranquilo una mañana en tu casa, miras por la ventana y te das un segundo para respirar. La hipoteca está casi pagada, tu hijo está becado por un programa del Gobierno y todavía tienes trabajo. Es un buen día para ser tú. De repente, recibes una llamada inesperada.

¿Aló?

Buenos días, soy Sibila Benítez de la Secretaría Distrital de Planeación, ¿con quién tengo el gusto?

La Secretaría… tratas de recordar. La voz del otro lado te interrumpe.

¿Me comunico con el señor Aurelio Infortunado?

Si ya sabía quién soy, para qué me pregunta con quién habla, te cuestionas.

Sí, soy Aurelio Infortunado, ¿qué se le ofrece?

Señor Infortunado, buenos días, soy Sibila Benítez de la Secretaría Distrital de Planeación y le marco para realizar la actualización de datos del SISBÉN V.

Buenos días- respondes cortante, no sabes lo que puedes esperar de esta llamada.

Del otro lado del teléfono, Sibila siente una alerta. En una hoja de Excel que tiene en su pantalla ha estado diligenciando toda la mañana las actualizaciones de los beneficiarios y beneficiarias del SISBÉN. Desde la entidad le han pedido ser muy rigurosa con las encuestas, SISBÉN V debe acabar con todos los colados. Todavía sin proseguir con la encuesta, piensa: “¡ay, Aurelio!, ¿por qué presiento que tu puntaje está muy alto?”.

Con esta llamada se van a despertar miles de colombianos dentro de no mucho tiempo. De acuerdo con las políticas de la Dirección Nacional de Planeación (DNP), el mayor problema de la ordenación del gasto público social en Colombia es la cantidad de colados que hay en el SISBÉN. Por este motivo, la solución que proponen es la implementación de nuevas tecnologías como el Big Data y la inteligencia artificial, con las cuales pretenden recaudar la información suficiente para determinar quiénes son los verdaderos beneficiarios de los auxilios del SISBÉN.

Señor Aurelio, me arroja la base de datos que su última calificación en el SISBÉN fue de 65 puntos, le solicito que me confirme esta información.

No te acuerdas del puntaje, tienes que llamar a tu esposa, que está en la cocina. Pones la mano en la bocina y la llamas. “¡Eugenia!”, “pss”, “¡Eugenia!”. Su cabeza se asoma por el marco de la puerta. “Alcánceme el papel del SISBÉN”. Ella te hace una mueca. “Hmm, ¿qué papel?”, pregunta. En la bocina suena la voz nasal de la funcionaria.

Señor Aurelio, le solicito que me confirme la información.

Sí, un momentico.

Pones la mano de nuevo en la bocina. “Eugenia, busque en el cajón, me están llamando del SISBÉN”. Tu esposa encuentra el papel del resultado del último censo. En efecto, el puntaje es de 65. Gracias a ese puntaje tu hijo mayor entró en un programa del Gobierno y ahora está en la universidad.

Gracias al Acuerdo de Intercambio de Información firmado entre el DNP y Experian, la multinacional irlandesa dueña de Datacrédito, desde el año 2019 la base de datos del SISBÉN se encuentra alimentada con datos financieros de los usuarios que previamente estaban fuera de su alcance[1].

Adicionalmente, la alianza entre Innpulsa y el DNP permitirá que se incorporen algoritmos más sofisticados al software utilizado hasta ahora por el SISBÉN, para recolectar información de múltiples plataformas privadas que contribuyan a hacer un perfil socioeconómico completo de los beneficiarios y beneficiarias del sistema[2].

Sibila Benítez husmea tu expediente mientras buscas en el cajón con tu esposa. Sin que tú lo sepas, tiene acceso a tu historial crediticio, sabe cuántas de líneas de teléfono celular hay en tu casa, sabe que tu hijo menor está por terminar la universidad, que estás terminando de pagar la hipoteca de la casa, que tu hijo menor acaba de presentar la prueba de Estado y que iniciaste un estudio de crédito para comprar una moto. Lo sabe todo, pero necesita que la actualización provenga de tu parte. Encuentras el papel.

Señorita, le confirmo, mi calificación es 65 puntos.

Gracias por la confirmación, señor Infortunado. Le recuerdo que esta llamada es para reportar novedades que nos permitan hacer seguimiento de su calificación. Cualquier información inexacta o incompleta resultará en su exclusión del programa de beneficios SISBÉN[3], ¿de acuerdo?

Miras la hoja que tienes en la mano y recuerdas las preguntas que te hicieron el censo pasado. Todavía vives en la misma casa en una localidad modesta de la ciudad, tus hijos siguen dependiendo de ti y sigues reportado en Datacrédito; estás tramitando un crédito para comprarle una moto a tu hijo como regalo de grado de la universidad, pero no crees que la funcionaria sepa eso.

No hay mayor novedad, señorita.

Del otro lado de la línea, Sibila se lleva una mano a la cara. Con gestos, le indica a su compañera de al lado que eres un tramposo. “¡Por eso es que el país está como está!”, piensa enfurecida.

¿Seguro, señor Aurelio? Recuerde que podría salir del sistema de beneficios si la actualización es fraudulenta o incompleta. ¿No tiene ningún crédito por ahí?, ¿se mantiene el número de personas a su cargo?

Las preguntas te caen como un balde de agua fría, te enfureces.

-¿Y usted cómo por qué sabe esa información? – interrogas.

Del otro lado de la línea, Sibila sonríe y hace una mueca a su compañera.

Señor Infortunado, ¿cuál información? Yo estoy ayudándolo a que no se gane una sanción. Por otro lado, los procedimientos de la plataforma están sometidos a reserva, de modo que no puedo contestar a lo que me está preguntando.

“¿Qué le están diciendo Aurelio?”, te pregunta Eugenia, que ve tu cara de preocupación. Tapas la bocina del teléfono, sin saber que eso no impide a Sibila escuchar. “Me están pidiendo una actualización, preguntan dizque si tengo créditos nuevos o si se mantienen las mismas personas a mi cargo”. “¡Sagrado!”, contesta ella, “no vaya a decir nada de los ahorritos que pusimos en la cuenta de Juancho”.

-Señor infortunado- la intervención es intencional, Sibila escuchó a Eugenia y encontró la cuenta de ahorros de Juan Infortunado con tres millones de pesos. Los ahorros para la especialización.

“Sshhh”, silencias a Eugenia, poniéndote el dedo en los labios.

Además de lo hasta ahora señalado, cabe resaltar también que desde la encuesta del SISBÉN IV, que se dio en 2019, se incluyó una nueva variable para el perfilamiento socioeconómico de los usuarios y usuarias. Anteriormente, la calificación asignada a un beneficiario dependía en mayor medida del estado de su patrimonio en el momento del censo. En contraste, desde el SISBÉN IV, la variable “capacidad de generación de ingresos” comenzó a incluirse en la encuesta y a jugar un rol importante dentro de la calificación. El DNP busca generar un aprovechamiento de las herramientas de analítica predictiva para llevar esta nueva variable al mayor nivel de precisión posible.

Señor Infortunado- Sibila se aburrió del debate, tiene que continuar llamando a más usuarios. Sus jefes la califican según la cantidad de llamadas diarias. “Ojalá caiga algún tramposo de vez en cuando”, le dijeron-. Señor infortunado, viendo la fecha del último censo, su hijo ya debería estar graduándose de la universidad, ¿es esto correcto?

Estas contra las cuerdas, reconoces que no puedes mentir.

Sí señora, gracias al programa del Gobierno y gracias a Dios.

Correcto, gracias por su sinceridad- escuchas el teclado de la funcionaria en el fondo-. El sistema me muestra también que en un mes ya termina la hipoteca, felicitaciones.

Miras a Eugenia desalentado. Le dices con gestos que no hay manera de que se mantenga la calificación.

Estoy actualizando los datos en plataforma, en breve tendré su nueva calificación.

Suena música de fondo. Entre tanto, le cuentas a Eugenia todo lo que ha venido pasando. La música se detiene, han pasado años en tu cabeza.

Agradezco su espera en la línea, señor Infortunado.

Sí, señora.

Me dice que no tiene más novedades, ¿no? Recuerde que cualquier información que oculte va a producir su retiro inmediato del programa de beneficios.

Un crédito para una moto. Mi hijo tiene una cuenta de ahorros.

No se preocupe, señor Infortunado- Sibila hace un guiño a su compañera, ambas ríen-. Lo de su hijo es de su hijo, no vamos a registrarlo.

Tapas el teléfono con la mano. Gesticulas sin ruido para que Eugenia entienda. “No van a contar lo de Juancho”, susurras.  Eugenia se hecha la bendición. El teclado al otro lado suena un momento, luego la música regresa. Silencio incómodo en la casa, Eugenia regresa a la cocina. La música se detiene.

Agradezco su espera en línea, señor Infortunado.

Sí, señora.

Bueno, Don Aurelio, le comento. La calificación que nos da el sistema con la actualización es de veinte puntos.

¿Veinte puntos?, señorita, no puede ser. Si yo sigo endeudado y mis dos hijos viven conmigo.

Sí, Don Aurelio- suspira Sibila, mientras se pinta las uñas-, yo ahí no puedo hacer nada. El programa me arroja que su capacidad de generar recursos es bastante estable.

¿Capacidad?, pero si ahorita no tengo nada- pausas para asimilar la noticia, sabes que en esa llamada no vas a poder resolver mayor cosa-. Bueno, ¿y ahí qué?

Yo le sugiero que si no está de acuerdo se comunique con la Central. Por otro lado, es mi deber informarle que con esta calificación su hijo ya no puede ser beneficiario del programa educativo del Gobierno. Además, usted tiene que empezar a cotizar como independiente de acuerdo con las normas correspondientes a su nueva calificación. ¿Tiene alguna pregunta?

No, señora.

Bueno, le agradezco su disposición y espero que tenga un buen día. Le pido amablemente que me califique tan pronto termine la llamada, recuerde que hablo con Sibila Benítez.

El objetivo de esta nota no es condenar de entrada las soluciones propuestas por el DNP para mejorar el programa SISBÉN a través de la tecnología. Por el contrario, busca ilustrar y señalar las potenciales situaciones de injusticia que pueden presentarse si la innovación del programa no es acompañada de una perspectiva juiciosa de la protección de datos personales. De este modo, el programa puede atender y corregir los posibles escenarios de vulneración a estos derechos.

Como bien señala el informe llevado a cabo por Fundación Karisma, las políticas del DNP reflejan que desde el Gobierno la desigualdad económica se está tratando como un problema técnico y no como un problema social. El Documento Conpes 3975, en donde se encuentra el espíritu de estas iniciativas del DNP, muestra una amplía preocupación por fomentar la investigación e implementación de herramientas tecnológicas en el sector público; no obstante, carece de una perspectiva crítica del uso de la tecnología. En un aspecto tan delicado y tan importante para la ordenación del gasto público social como lo es el programa SISBÉN, vale la pena preguntarse si sería mejor prescindir de tanta innovación tecnológica y analizar los inconvenientes del programa desde un punto de vista más humano.

En otra casa, mucho más grande, sonó el teléfono ese mismo día. Después de un par de timbres, contestó un exalcalde de algún municipio olvidado. “¿Aló?” … “¡Sibila querida!, ¿cómo estás?”. “Mis hijos, muy bien”, “una está haciendo un master en Holanda y el otro en Harvard, pero me falta sacar adelante a este chiquito”. “¡Sí!, jaja, ¡cómo crecen!”. “¿Actualización?”, “déjame y llamo a mi cuñado” … “¡Listo, acabo de colgar con él!”, “¿Qué te aparece en el programa?”. “¿70?”, “¡de lujo!”. “Hablamos para la próxima actualización, ¡querida!”.

Ese es un problema que no se resuelve con algoritmos.

Álvaro Andrés Crovo Godoy

[1] “El primero fue un acuerdo con la multinacional irlandesa Experian para la utilización de bases de datos de la calificadora de riesgos financieros de Datacrédito. Allí se estableció que la primera le permitirá y facilitará al DNP el acceso a una solución denominada Quanto, con la que se pueden estimar los niveles de ingreso de una persona; también se negoció el consentimiento para conocer la información financiera de los titulares que estén registra 4 dos en las bases de datos de DataCrédito para buscar inconsistencias en los registros del Sisbén. A cambio, Experian pudo visualizar la información no reservada de las personas en condición de pobreza, que le serviría para el desarrollo de aplicaciones y servicios que serían utilizados por instituciones bancarias del país”. Tomado del informe Experimentando con la Pobreza: El SISBÉN y los proyectos de analítica de datos en Colombia.

[2] “Según los Términos de Referencia, se define el Big Data con datos como “flujos y conjuntos resultantes de las huellas digitales que dejan los seres humanos al usar teléfonos celulares (registros de llamadas), tarjetas de crédito (transacciones), el transporte (registros de metro o autobús y de EZ Pass), medios sociales y motores de búsqueda, o cuando sus acciones son registradas por sensores, ya sean físicos”. Esta definición resulta relevante, considerando que las fuentes de datos que se le ofrecerán a la empresa ganadora incluyen: el SISBÉN, Matrículas de educación básica, Sistema Nacional de Educación Superior (MinEducación) y los sistemas de transferencias condicionadas”. Tomado también del informe Experimentando con la Pobreza: El SISBÉN y los proyectos de analítica de datos en Colombia.

[3]  De acuerdo con la Ficha de caracterización socioeconómica del Sistema de identificación de potenciales beneficiarios de programas sociales del DNP, la negativa de los usuarios de suministrar la totalidad de la información solicitada impedirá el registro de estos en el SISBÉN: https://es.scribd.com/document/413188560/Ficha-sisben-u-ltima-PROTEGIDO