Desnutrición y obesidad, los dos males que persisten en América Latina

Obesidad, hambre, desnutrición y anemia conviven en el continente según las últimas cifras entregadas por las organizaciones internacionales vinculadas a estos temas. Los esfuerzos realizados y aquellos ámbitos en los que hay que seguir trabajando, son tratados por la Dra. Lorena Rodríguez, del Programa de Nutrición de Poblaciones de la Escuela de Salud Pública de nuestro plantel, en esta columna publicada en La Tercera. El nuevo reporte de Naciones Unidas entre FAO, OPS, UNICEF y PMA muestra una cifra escalofriante: cada año se suman más de 3 millones y medio de personas obesas en nuestra Región de América Latina y El Caribe, y lamentablemente, Chile lleva la delantera.
Sin embargo, en nuestra Región persisten y peor aún, aumentan, injustas situaciones de hambre, desnutrición y anemia, con las deletéreas consecuencias que esto tiene en el óptimo desarrollo de niños y niñas.
Afortunadamente Chile, gracias a políticas públicas efectivas que han sido mantenidas a través de los años, ha superado este ámbito de la malnutrición, pero nos cabe la responsabilidad de acompañar el proceso en nuestros países hermanos.
La doble carga de enfermedad descrita en esta Región, en que coexisten los déficits y los excesos, conlleva inequidades inaceptables puesto que las personas más afectadas son las mujeres, los indígenas, los afrodescendientes y las familias más rurales y pobres.
El informe hace énfasis no sólo en las condiciones de las personas sino también en las posibles causas, vinculadas a los drásticos cambios en los sistemas alimentarios que están condicionando un aumento indiscriminado del consumo de alimentos altos en calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio, y otra vez estos cambios afectan más a las poblaciones más vulnerables.
Es un imperativo ético para los Estados, por lo tanto, actuar sobre estas injustas y evitables inequidades y sobre las graves consecuencias en salud que condicionan estas dos formas de malnutrición. ¿Cómo? Desarrollando e implementando políticas públicas que modifiquen los entornos alimentarios, aumentando la disponibilidad y acceso a alimentos sanos y seguros y mejorando la información nutricional disponible, a través de medidas estructurales tales como impuestos a alimentos no saludables, subvenciones a alimentos saludables, etiquetado frontal de advertencia, regulación de la publicidad, regulación de venta de alimentos en escuelas y acciones poblacionales de promoción de salud.
En este sentido, Chile ha innovado una vez más con la Ley sobre la composición nutricional de los alimentos y su publicidad que instala el sello “alto en” calorías, azúcares, grasas saturadas y sodio en los alimentos con alto contenido de estos nutrientes críticos, pero además, prohíbe la publicidad dirigida a niños/as de estos productos y prohíbe su venta en escuelas, contribuyendo fuertemente al cambio del entorno alimentario en nuestro país.
Otras estrategias en curso como “Contrapeso” de JUNAEB, Elige Vivir Sano de Ministerio de Desarrollo Social y la Estrategia Municipios, Comunas y Comunidades Saludables, contribuyen también a mejorar las condiciones en que transcurre la vida de las personas, favoreciendo el cambio conductual hacia estilos de vida más saludables. Sin embargo, necesitamos -igual como lo fue en el combate a la desnutrición- la continuidad de estas políticas, su evaluación periódica y esperar su efecto, el que no necesariamente ocurrirá antes de 5 a 10 años, porque cambiar la conducta y la situación nutricional de una población, es un proceso lento y complejo.Texto: Dra. Lorena Rodríguez Osiac Programa de Nutrición de Poblaciones Escuela de Salud Pública - Facultad de MedicinaLunes 12 de noviembre de 2018