David Geelan: "los movimientos antivacunas son un fracaso"

En tiempos marcados por fuertes desafíos para la humanidad como el cambio climático o la crisis energética, el contar con una ciudadanía educada en temas científicos es crucial. Así lo asegura el vicedecano de la Escuela de Educación y Estudios Profesionales de dicho plantel australiano, quien estuvo de visita en Chile opinando sobre diversos temas como la educación, la proliferación de grupos que cuestionan las vacunas, y la ciudadanía.Profesor de física, motoquero y aficionado al heavy metal, David Geelan es también el vicedecano de la Escuela de Educación y Estudios Profesionales de la Universidad de Griffith, Australia. Este académico, que ha enseñado y formado docentes en contextos tan diversos como Papua Nueva Guinea, Canadá y Australia, visitó por segunda vez nuestro país invitado con el patrocinio del Centro de Investigación Avanzada en Educación y el financiamiento del proyecto CONICYT –PCI- REDES 150100, que dirigen los investigadores de la Universidad de Chile Iván Salinas y Valeria Cabello.
Vino a Chile a continuar un proyecto de colaboración en investigación, y aprovechó de conversar sobre educación científica, y sobre algo que considera central: las explicaciones en el aula de física. Por lo mismo, estuvo como conferencista inaugural en el Segundo Congreso de la Sociedad Chilena de Educación Científica, que en esta versión atrajo a más de un centenar de investigadores, docentes, y estudiantes de Pedagogía a la Facultad de Ciencias en el Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile.
¿Por qué es importante la educación científica? ¿Por qué es importante hoy en día? ¿Es importante no solo para aquellos que quieres ser científicos?
El autor de ciencia ficción H. G. Wells dijo: “estamos en una carrera entre la educación y la catástrofe”. Lo dijo en 1920, pero es más verdadero que nunca hoy en día. La ciencia es conocimiento acerca del mundo que nos rodea y cómo vivir y funcionar en él. Que tengamos una población mundial de más de siete billones de personas, y problemáticas como el cambio climático, la energía y enfermedades, significa que una ciudadanía que sea científicamente sabia es crucial, y la educación científica es la forma en que esa ciudadanía se desarrolla. 
¿Cuál es el rol de los profesores en la educación científica? ¿Cómo son ellos quienes modelan para aprender ciencia?
Hice una investigación en la que entrevisté a estudiantes, y ellos querían dos cosas de sus profesores de ciencia: que supieran el conocimiento científico, y que conocieran a los estudiantes como personas. Max van Manen define la enseñanza como ‘una situación en la que una persona mayor está con una persona menor con la intención de ayudar a la persona menor a desarrollarse’. Los profesores pueden contarles a los estudiantes sobre las habilidades, conocimientos y hábitos de la ciencia, pero es más poderoso si es que pueden también mostrarles a los estudiantes cómo pensar y trabajar de manera científica.
Muchas veces, la educación científica involucra solo el aprendizaje de conceptos, de memoria y rutinarios. ¿Cómo pueden las habilidades ser adquiridas en vez de conceptos?
Pienso que las actividades y tareas de aprendizaje que los profesores (y sistemas educativos) ponen para los estudiantes son crucialmente importantes. Si nuestras evaluaciones examinan la capacidad de los estudiantes de recordar hechos y sus habilidades para completar cálculos rutinarios, pues nuestros estudiantes aprenderán esa forma. Si, de otra forma, creamos tareas enriquecidas, complejas e integradas que involucren a los estudiantes en pensamiento crítico y creativo, en resolución de problemas científicos, y en la aplicación de su conocimiento a contextos de la vida real, pues aprenderán esa forma.
¿Cómo es el aprendizaje significativo en ciencia?
Esto se relaciona con la pregunta sobre el para qué de la ciencia, su propósito. La ciencia no es para rendir exámenes, es para explicar nuestras experiencias del mundo a nuestro alrededor. La ciencia se vuelve más significativa cuando se usa para explicar, por un lado, las experiencias de vida propias de los estudiantes – desde andar en bicicleta hasta observar mariposas-; y, por otro lado, el tipo especial de experiencias de vida que llamamos ‘experimentos’ y que hacemos en los laboratorios escolares. Esta es una de las razones por la que los experimentos y demostraciones son tan importantes en el aprendizaje de las ciencias.
Un estudio recientemente presentado señala que los estudiantes chilenos muestran conocimiento significativamente menor en temas cívicos en comparación con otros países de América Latina. ¿Cómo pueden los contextos de ciudadanía relacionarse con la educación científica?
Hablando desde mi contexto, y con el riesgo de discutir política, este es un momento interesante en Australia. Nuestros jóvenes se han desvinculado de la política, pero hubo en Australia una encuesta postal, que es una forma de participación política, sobre la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Más de 800 mil nuevos votantes se registraron para formar parte de esta encuesta, y casi todos eran jóvenes. Los jóvenes están involucrados en preguntas sobre justicia, igualdad y libertad. Me pregunto si la situación en Chile tiene que ver con algo de la cultura de estabilidad relativa respecto a otros países de América Latina. ¿Hará eso que los problemas de justicia sean menos obvios y los partidos no apelan realmente a estas pasiones? El demostrar en nuestra educación científica cómo nuestras decisiones pueden ser justas o injustas para otros en el mundo es algo importante.
En nuestro país también hay fuertes movimientos anti-vacunas. A tal punto que la Organización Mundial de la Salud los declaró peligro para la sociedad. ¿Puede la educación científica enfrentar la proliferación de mitos como éste? 
Creo que, de muchas maneras, los movimientos anti-vacunas son un fracaso de la educación científica. En esta conferencia hablé sobre el 90 por ciento de ciudadanos que hoy son excluidos de alguna forma por la educación científica actual. Quizá es poco sorprendente que estas personas no sean convencidas por las afirmaciones de los científicos. Los medios y la ‘falsa equivalencia’ –o el supuesto de que cualquier problema tiene dos posiciones y que ambas debiesen tener igual atención- es también problemático. Considero que el movimiento anti-vacunas es interesante, porque es común entre ‘jipis’ con tendencias a la izquierda, mientras otras actitudes anti-científicas, como el escepticismo sobre el cambio climático, están más a la derecha. Pienso que la solución reside, como decía en mi charla, en la ‘educación científica para todos’. Podemos cambiar nuestra enseñanza y nuestra evaluación en ciencia para asegurar que todos sean capaces de examinar afirmaciones y comprender la evidencia. 
Mencionaba en su charla que hay una diferencia entre argumentación y explicación. ¿Podría explicar esta diferencia y cuál es la que se usa en educación científica?
Tanto la explicación como la argumentación son importantes en la educación científica. Una explicación busca que alguien comprenda un concepto. Sabemos que enseñar un concepto a alguien más es una excelente forma de comprenderlo mejor, así que motivar a que los estudiantes expliquen conceptos a sus pares o a los profesores es importante para aprender. La argumentación busca que alguien acepte o comparta una perspectiva. Si tomamos el ejemplo de la pregunta sobre la vacunación, podríamos querer convencer a alguien que las vacunas son seguras, y que los riesgos de que un niño no sea vacunado son mucho más grandes que los riesgos de ser vacunado (que son pocos y muy raros, pero reales). Usaríamos las habilidades de argumentación para convencer a la persona. La argumentación incluye habilidades para juzgar la evidencia presentada, y las conexiones lógicas que se hacen entre estas evidencias y la conclusión, y es una habilidad esencial en educación científica. Elizabeth Simonsen, Comunicaciones CIAEMiércoles 29 de noviembre de 2017