Abuso sexual infantil y condiciones laborales de la mujer en Ancud

Dos diálogos con representantes académicos y locales formaron parte de la jornada "Género e Infancia", realizada durante la mañana del martes 9 de enero en la ciudad de Ancud como parte de la cuarta versión de esta actividad universitaria, ahondando en un tema poco explorado por la comunidad. Las actividades continúan hasta el viernes 12 de enero con más conversatorios y los cierres de los diez talleres que se están impartiendo por académicos de la Casa de Bello. Gran preocupación mostraron los participantes de los dos conversatorios del día martes 9 de enero en el Museo Regional de Ancud, que bajo el tema “Género e Infancia” abordaron la compleja situación del trabajo de la mujer en Chiloé y las alarmantes cifras de abuso sexual infantil que se han recabado en el archipiélago.
Con cerca de 50 participantes cada una, ambas instancias abrieron un espacio de diálogo entre académicos, representantes de instituciones locales y la ciudadanía, quienes destacaron la importancia de contar con actividades de este tipo para poder reflexionar sobre la violencia cotidiana, muchas veces invisibilizada, que se ejerce en espacios familiares, sociales y laborales.
En el primer espacio, “Violencia sexual infantil en Chiloé: silencios y complicidades”, se dio cuenta de la situación que viven los niños y niñas abusados sexualmente en el archipiélago y se alertó sobre la tendencia a no denunciar que impera en algunas zonas. El diálogo fue moderado por Claudio Ulloa de la Universidad de Los Lagos, y en él participaron Svenska Arensburg, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile; Camila Román, directora de la Sede Chiloé de la Universidad de Los Lagos, y Marta Andrade, directora del programa de Reparación y Maltrato de la Fundación Ciudad del Niño en Castro.
Según información de la Fundación, un 61 por ciento de los agresores proviene de un entorno intrafamiliar y la mayoría de las denuncias son realizadas por niños de entre 10 y 13 años. “Los agresores están en la casa, en el colegio, en el abuelo, el chofer del furgón escolar o un profesor, por ejemplo”, detalló Marta Andrade. “Hay factores culturales que propician el abuso, y nuestro caso el contexto geográfico de aislamiento lo facilita también. En un caso en una isla es muy difícil denunciar y lograr que el niño y su familia se sientan protegidos del agresor que está ahí”. 
Camila Román, por su parte, explicó que el incesto en la zona está rodeado de secretismo, ya que se piensa que la denuncia destruiría el núcleo familiar, vital en zonas aisladas de difícil acceso, y también al mismo niño. “No querer hacernos cargo del problema genera una naturalización. Debemos romper con la idea del Chiloé mágico, del lugar tranquilo, del espacio ideal para criar familias, e incorporar los elementos machistas y violentos de nuestra cultura en nuestros relatos”, afirmó.
Siguiendo esa línea, Svenska Arensburg destacó la necesidad de crear espacios para realizar duelos por la idea de familia ideal, imaginario que es puesto en juego ante la violencia intrafamiliar y que en muchos casos ya no existe. “Se debe trabajar para poder crear una imagen de familia que no choque con la propia historia y no la niegue”, resaltó.
Problematizando el trabajo femenino
Durante la mañana también se realizó el diálogo “Visibilización del trabajo femenino en la cultura chilota urbana y rural”, el que abordó las dificultades que enfrentan las mujeres en el mundo laboral, las precarias condiciones de los sistemas de turnos de las salmoneras y los desafíos en términos de corresponsabilidad en la crianza.
Moderado por Sonia Muñoz, de la Corporación Cultural de Ancud, contó con la participación de Loreto Rebolledo de la Universidad de Chile, Diana Kiss de la Universidad de Los lagos y Edith Rebolledo, investigadora local.
Las tres expositoras coincidieron en el gran impacto que tuvo la entrada de la industria salmonera en el tejido social y familiar en Chiloé, además de cambiar profundamente el trabajo femenino, que antes se asociaba a la recolección de mariscos y a otras funciones agrícolas. En este sentido, Loreto Rebolledo dio cuenta de una investigación que realizó en Quellón sobre el tema, en la que pudo observar además otro tipo de cambios, como la composición demográfica de los lugares y la llegada de migración, y cambios culturales, asociados al sistema de turnos que se utiliza en el sector salmonero.
A esta situación se suman una cultura patriarcal enraizada, que invisibiliza la labor de la mujer en la esfera del trabajo reproductivo, por ejemplo, el que no es valorado ni tomado en cuenta socialmente. “En Chiloé las mujeres son cuidadoras de todo”, reflexionó Edith Rebolledo. “Además, la realidad en Chiloé es que las mujeres todavía me dicen que no pueden asistir a talleres porque el esposo no les da permiso”.
Por su parte, Diana Kiss se refirió a la discriminación que viven las mujeres en Chiloé, la que se expresa en que si bien son consideradas en los mismos empleos que los hombres, no son escuchadas de la misma manera por los mandos de poder. Esto se vio durante las manifestaciones que se realizaron en el archipiélago en mayo de 2016 y su posterior solución vía negociación, instancia a la que las mujeres dirigentes no fueron invitadas ni tampoco tomadas en cuenta a la hora de debatir la situación.Texto: Sofía Brinck Fotografías: Felipe PoGa.Miércoles 10 de enero de 2018